domingo, 28 de marzo de 2010

LOCURA

“Tuve miedo y me regresé de la locura” Carlos Oquendo de Amat

Lo primero que vi al levantarme fueron mis pies, reposando en unas sandalias brasileñas. Seguí viendo y tenía puesto un pantalón deportivo plomo y gastado. En lugar de acompañar la vestimenta con un polo, traía una camisa no tan blanca de mangas largas.

Salí a la calle, la misma que he recorrido en mis treinta años. El barrio había crecido hacía el cielo y los edificios me impedían ver el sol. Salude a unos vecinos, pero ellos nunca respondieron.

Mientras caminaba sin un lugar fijo, tuve la impresión que la gente fingía no verme. Sentí una extraña sensación de rechazo.

Volví a ver mi vestimenta, y lucía desarreglada y sucia. No entendí bien porque iba así por el mundo. Solo recordé que ese día debía buscar a alguien, sin recordar a quién.

Desde una ventana, Jorge, mi primo me saludaba. Era muy extraño, él debía tener mi misma edad, pero se veía como de 18 años. Además debía vivir en Europa, porque hacía muchos años que había migrado.

Seguí caminando. Tome un bus y aparecí en Londres. El frío congelaba mis pies. Me metí a un restaurant para sentir el calor de la calefacción. Al rato me echaron.

Subí a un edificio. No tenía ascensor. En el séptimo piso una chica me abrió la puerta. Era Doris. Hace años que no la veía. Su cara de sorpresa me hizo sonreír.

Entre a su departamento. Era acogedor. Una chica, estaba en su sala. Solo atinó a levantar la mano, en modo de saludo. Pedí el baño prestado. Cuando me miré al espejo, no podía creerlo. No era yo. Vi a un tipo viejo y con el cabello largo y sucio. Mi barba mal crecida, cubría una cicatriz en el mentón.

Solo atine a salir y correr. Correr en ese frió londinense. Correr hacia la nada. Correr hacía la locura.