miércoles, 28 de mayo de 2008

La japonesa del vagón-casa

Soñé que vivía en una casa en forma de vagón, ubicada en una ciudad perdida de Europa. Cuando abrí la puerta, la ciudad estaba de fiesta, gente pasaba cantando, bailando, felices.

Tenía un compañero de casa, pero de pronto, y de la multitud salieron dos chicas y se quedaron a vivir con nosotros.

Una era muy linda, algo pequeña, con rastros orientales, y que mostró desde el inicio un afecto infinito hacía mí. Su sola presencia, me llenaba de felicidad. Recuerdo que me despertó, para que la pueda ayudar a cocinar, para ser más exactos ella estaba friendo papas. Le ayude, pero al instante, fui a ponerme una camiseta, porque las gotas de aceite saltaban de vez en cuando hacía mi cuerpo. Cocinamos, nos reímos, nos divertimos, y parecía que nos conocíamos de años.

De pronto, parecíamos inseparables. El sueño era demasiado real.

Salimos del vagón-casa, y caminamos por esta ciudad extraña. Me abrazó y me contó que era descendiente de japoneses. La volví a abrazar, y le dije que yo era descendiente de chinos.

Le susurre de las casualidades de la vida, de que sus abuelos llegaron de migrantes, precisamente a la ciudad donde yo nací; de que cuando mi padre tenía 16 años, era joven y budista estaba enamorado de una japonesa, pero que nunca le declaró su amor. Que quizás yo estaba sellando esa historia, porque a veces los momentos aparecen y desaparecen para sorprendernos.

Hace unas horas ya desperté, pero el sueño aun aparece en la realidad. No quiere irse ni el recuerdo, ni la sensación de ser feliz.

1 comentario:

Semilla dijo...

lo que más me gustó del sueño es que te pusiste la camisa por las gotitas de aceite...me puede encantar esa imagen