domingo, 27 de septiembre de 2009

FERTILIDAD

Desde muy niño, siempre me gustaron las casas de jardines amplios y con tejados color ocre. En las ideas y venidas de esos viajes familiares a Chosica, siempre me quedaba viendo, pegando mi rostro a la luna, esas inmensas casas. Sin embargo, este sueño, parece cada vez más lejano, en una ciudad donde las casonas han sido tumbadas, para ser remplazadas por apartamentos modelo sarcófago.

Pero un día, desperté en una casa de techos altos, de jardines grandes y tenía una piscina que más parecía una inmensa pecera. Para llegar a mi casa, corría todos los días por ese camino, asfaltado por los pasos del tiempo. Era un camino largo, sacado de un cuadro trastornado de Van Gogh.

Además, ese día el sol parecía como pintado por un niño de tres años. Era un amarillo artificial, pero acogedor. Y mi piscina - pecera, tenía a un enigmático Paiche, pez gigante y selvático. El paiche me miraba intrigado, y yo tocaba la piscina para distraerlo.

A. mi esposa, jugaba con los perros calatos en el jardín. Y un mágico chaman, me esperaba en las alturas del pueblo. Me quería entregar un amuleto de la fertilidad. Una cadena hecha de hojas secas que daría vida. Me lo entregó y salí corriendo a mi casa.

Mientras corría, el chaman me grito “¿cuántos hijos quieres tener?”, y señalándole con los dedos, le dije que cuatro. Cuatro hermosos hijos, que jueguen con el Paiche, que correteen con los perros calatos, y que sigan pintando con sus colores el camino y todos los soles de mi vida.

1 comentario:

Semilla dijo...

me gustaría tener esa casa y a los perros, pero sin tantos niños!!! jajaja...
por qué andas pensando en eso chaparrito?