martes, 5 de agosto de 2008

Ciudad de Dios

Eran ya las 8.00 a.m. y tenía que ir a mi casa a alistarme para ir al trabajo. Había pasado la noche con ella y no quería levantarme. Marmoteo amoroso. “Ya son las 8.00 amor, levántate”. Aún con legañas en los ojos, me coloque los jeans, las zapatillas y una casaca negra gastada. Me dirigí al baño y me lave rápido la cara. Baje y ella me despidió de la puerta, con un beso volado.

Camine, tome un taxi. De pronto, mi barrio, no me era conocido. No había pistas y la mayoría de las casas estaban sin acabados. Del asiento trasero del taxi, divise a lo lejos, varias personas corriendo y un grupo de soldados disparando a las casas. Nos miramos con el taxista y decidimos cambiar de ruta. Busque mi celular para alertar a mi familia, pero no aparecía ningún número. ¡Mierda!

Volteamos hacía la izquierda en un camino que se iba reduciendo. “Pare aquí señor, cóbrese”. Baje corriendo y subí corriendo a mi extraña casa. Mi cuarto estaba en el tercer piso y no tenía ventanas. Mientras me cambiaba y me ponía ese clásico saco marrón, gastado en los puños y codos, volví a escuchar balazos y gritos. Me tiré al piso y vi la hora, 9.00 a.m. Tengo que llamar a mi trabajo, no podré salir, mañana quizás iré. Cogí el celular y llame al trabajo. Empezó a sonar, sonar, contesta, contesta…

(Suena el despertador) “No iras a trabajar, son las 9.00”. Tuve un sueño muy raro amor, te lo cuento por la noche.

*El titulo es tomado de la película brasilera dirigida por Fernado Meirelles.

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