domingo, 27 de julio de 2008

La única iglesia que ilumina es la que arde

Aparecí en una plaza tipo italiana o del vaticano. Estaba parado al medio, y podía ver la hermosa arquitectura que me rodeaba, sobre todo la imponente iglesia gótica. Empecé a correr, como si estuviera en una competencia. El cielo estaba despejado y yo seguía corriendo, llegando a nuevas plazas, y viendo nuevas iglesias.

En la cuarta plaza, la cuarta iglesia ardía, se estaba incendiando. El fuego era gigante e incontrolable. Me detuve a verla, sin saber qué hacer. Apareció de pronto, un cura, con un atuendo estilo franciscano, pero de color negro. Tenía un rostro amable, y una barba larga.

El cura se me acercó, y de forma muy pausada me hablaba. Me dijo, “es necesario incendiar iglesias, para demostrar que Dios no existe”. Incendiarlas buscara aumentar la creencia en Jesús, y demostrar que apareció en la tierra para humanizar lo divino.

No supe responder, hace tiempo me había dejado de cuestionar por esos temas. Solo supe que había oído un gran secreto.

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